Dediqué la primera parte de mi vida a la danza clásica y, como declaró Roberto Bolle: «La danza forma el cuerpo pero, sobre todo, forma el espíritu, forma la mente, forma el carácter y es una escuela de vida». Así es exactamente. La danza clásica es una importante escuela de vida: el rigor, la disciplina, la seriedad y la fuerza de voluntad se han convertido en la base de un trabajo diario, un método precioso para descifrar y desarrollar mi proyecto de vida, aunque me vea obligada a renunciar a mi sueño por problemas físicos, el baile me ha dado mucho más.
La segunda parte tuvo lugar en la Academia de Bellas Artes de Brera, y es la que me formó artísticamente. Esos fueron los años de la protesta, pero esto no quita nada, al contrario, me permitió estrechar lazos que aún representan una parte importante de mi ser, y tener experiencias únicas e irrepetibles, eso sí, porque protestar en una academia no es simplemente ocupación, sino creatividad, alegría y belleza.
Simultáneamente con los años de la academia me divertí mucho trabajando como modelo, muchas sesiones de fotos, muchos desfiles de moda y mucha diversión.
La tercera parte de mi vida es definitivamente la más importante hasta hoy. Finalmente escenógrafa me especialicé como diseñadora de luces y trabajé diez años en el mundo del entretenimiento: teatros, plazas y televisión. Muchas horas de viaje de una ciudad a otra, de un país a otro para crear espectáculos maravillosos, festivales, espectáculos, programas de televisión, ballets, cabarets y mucha, mucha música. A veces como diseñadora de vestuario, a veces como ayudante de iluminación o de dirección, pero la mayor parte del tiempo como escenógrafa.
Una vida embriagadora, bella y agotadora, que me lleva directamente al cuarto episodio.
La cuarta parte de mi vida, la de una isleña que se compone de introspección, naturaleza y tranquilidad. Los primeros compases de este nuevo capítulo me ven como directora del maravilloso teatro de los Vigilanti, el teatro que construyó Napoleón Bonaparte cuando se vio obligado a vivir en la isla de Elba; pequeña pero hermosa. Posteriormente trabajé para municipios, instituciones públicas, organizaciones y asociaciones sin ánimo de lucro, dedicando mi corazón y energía a la creación de eventos culturales y turísticos.
Y ahora aquí estoy, en el quinto ciclo de mi vida: HOME STAGING.
Un nuevo capítulo, un nuevo trabajo, nuevos estímulos, nuevos amigos y la felicidad de poder dedicarme a otra de mis pasiones: el marketing que, junto al mundo del diseño y la decoración, que siempre he frecuentado por placer y diversión, se convierten en el centro de mis días.